San Bernardo: vida y legado

Contexto histórico: la edad media en el siglo XI y XII

San Bernardo nació en 1090, en plena Edad Media, un período de profundos cambios en Europa. Durante el siglo XI, la Cristiandad occidental enfrentaba una separación con la Iglesia de Oriente, marcada por las desavenencias entre el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla. Este contexto llevó a la Iglesia occidental a consolidar sus características propias.
Fue una época de transición, caracterizada por la Querella de las Investiduras, una lucha entre el clero y el poder laico por el control de los nombramientos eclesiásticos, como obispos y abades. El objetivo era establecer un orden eclesiástico independiente de la influencia de los laicos. Un hito importante fue el Primer Concilio de Letrán (1059), que reservó la elección del Papa exclusivamente a los cardenales.
En el siglo XII, Europa tenía una población estimada de 48 a 50 millones de habitantes. El feudalismo predominaba, con una marcada fragmentación política y la ausencia de un estado central fuerte. Los historiadores describen este período como la “segunda edad feudal” (1100-1119), caracterizada por avances materiales, transformaciones sociales y cambios espirituales. En este contexto, San Bernardo se destacó por su compromiso con los desafíos de su tiempo.

Vida de san Bernardo

San Bernardo nació en 1090 en el Castillo de Fontaines, cerca de Dijon, Francia. Hijo de Tescelín, consejero del Duque de Borgoña, y de Alicia de Montbard, ambos cristianos devotos, creció en una familia profundamente religiosa junto a sus cinco hermanos y una hermana, todos educados en las virtudes cristianas.
A los 19 años, tras la muerte de su madre en 1110, Bernardo decidió consagrar su vida a Dios. En 1113, ingresó al Monasterio del Císter acompañado de treinta jóvenes a quienes había inspirado con su fervor. Dos años después, en 1115, por encargo del Abad Esteban Harding, fundó el Monasterio de Claraval (Valle Claro) en la región del Conde Hugo de Troyes. Este fue el primero de numerosos monasterios que Bernardo fundaría en Europa.
Como Abad de Claraval, Bernardo fue reconocido por su ternura y dedicación hacia sus monjes, a quienes guiaba con predicaciones fervorosas y el ejemplo de su vida. Aunque era un hombre de oración y contemplación, también se involucró activamente en la resolución de conflictos entre príncipes, reyes y dentro de la misma Iglesia, demostrando ser un hombre de acción comprometido con la verdad.
San Bernardo logró un equilibrio único entre el “ser Marta” (dedicado al apostolado y las obras de caridad) y el “ser María” (entregado a la oración y la vida contemplativa). Falleció el 20 de agosto de 1153, fue canonizado en 1174 por el Papa Alejandro III y, en el siglo XIX, el Papa Pío VIII lo nombró Doctor de la Iglesia.

Escritos y enseñanzas

San Bernardo dejó un rico legado literario que invita a buscar a Dios, crecer en el amor a Jesús y a la Virgen María, y construir unidad y paz a través de la caridad y la humildad. Entre sus obras más destacadas se encuentra Sermones sobre el Cantar de los Cantares, donde expone la liberación del alma a través del amor a Dios, reflejado en la caridad y la unión mística.

La familia de san Bernardo

La familia de San Bernardo fue un ejemplo de santidad. Su padre, Tescelín de Fontaines, caballero y consejero del Duque de Borgoña, ingresó al Monasterio de Claraval tras sus hijos y es recordado como Venerable. Su madre, Alicia de Montbard, educó a sus hijos en la fe cristiana y falleció en 1110. En 1251, su cuerpo fue trasladado a Claraval, donde es venerada como Beata. Los hermanos de Bernardo —Guido, Gerardo, Andrés, Bartolomé, Nivardo y su hermana Humbelina— también abrazaron la vida religiosa, los varones en el Císter y Humbelina en la orden benedictina. Todos son recordados como Beatos.

La orden cisterciense: el hogar de san Bernardo

Fundada en 1098 por Roberto de Molesme en Citeaux, la Orden Cisterciense buscaba retornar a la simplicidad de la Regla de San Benito, promoviendo soledad, pobreza y trabajo comunitario. Los cistercienses se establecían en lugares apartados, como bosques o valles, y vivían del trabajo de la tierra, evitando rentas o ingresos externos. Esta orden experimentó una rápida expansión en el siglo XII, gracias al liderazgo de Bernardo, quien combinó misticismo y acción.

San Bernardo y la virgen María

San Bernardo es conocido por su profundo amor a la Virgen María, a quien consideraba “medianera de todas las gracias” e intercesora ante Jesús. En sus escritos, destaca la humildad, mansedumbre y fidelidad de María como modelo para los cristianos. Afirmaba que honrar a María lleva al amor por Jesús, y que glorificar al Hijo no desvía la gloria de la Madre.

Espiritualidad de san Bernardo

La espiritualidad de San Bernardo se centra en la imitación de Cristo, quien es “el Camino, la Verdad y la Vida”. Para él, la humildad es la base del crecimiento espiritual, ya que permite al ser humano reconocer sus limitaciones y acercarse a la verdad, que es Jesús mismo. En sus Sermones sobre el Cantar de los Cantares, describe el alma como una esposa que, a través de la caridad, alcanza la unión con Dios.
San Bernardo, patrono de la paz y la unidad
San Bernardo promovía la unidad entre los cristianos, exhortando a perseverar en el bien sin juzgar a quienes practicaban la fe de manera diferente. Su vida y enseñanzas reflejan un compromiso con la paz y la reconciliación, tanto en la Iglesia como en la sociedad.